Los plaguicidas y las sustancias químicas peligrosas (corrosivas, reactivas, explosivas, tóxicas e inflamables) que han sido introducidas al comercio en México, por los beneficios que de ello derivan, conllevan riesgos para la salud y el ambiente que han ameritado su regulación y control a lo largo de su ciclo de vida integral por diversas Secretarías de Estado (figura 1 y cuadro 1). Algunas de ellas, por su capacidad de daño global, su persistencia y capacidad de viajar a grandes distancias, han dado lugar al establecimiento de Convenios Internacionales tendientes a minimizar ese riesgo, de los cuales México es Parte, como el Protocolo de Montreal o el Convenio de Estocolmo sobre contaminantes orgánicos persistentes. México ha suscrito también Convenios de Cooperación Ambiental a nivel bilateral con Estados Unidos y trilateral con ese país y con Canadá, en el marco de los cuales se desarrollan actividades tendientes a prevenir y reducir los riesgos asociados a sustancias químicas, particularmente las que son tóxicas, persistentes y bioacumulables. Cabe señalar que en su conjunto, estos convenios han servido para avanzar la agenda de protección de la salud y al ambiente en relación con los riesgos de plaguicidas y sustancias tóxicas, aún cuando no necesariamente esto se ha visto reflejado como una prioridad en los programas gubernamentales sexenales.
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